INTO THE WILD

"No Church In The Wild" - Pl.Lesseps

Hoy resucito el blog con la intención de dar salida a toda esa magia que se crea cuando ves una película interesante, que te hace pensar o sentir, y además tienes la suerte de poderla compartir con los demás y desgranarla en busca de su jugo…

Es por eso que mi intención (porque el mundo está plagado de buenas intenciones), es escribir una entrada para hacer un pequeño resumen/reflexión sobre los cinefórums que he podido dinamizar en el Club Cronopios. Si no sabéis lo que es y vivís en Barcelona, no perdáis la oportunidad de descubrir un lugar, un microcosmos de libertad, creatividad, locura y sobre todo pasión por el ser humano y lo que su mente puede llegar a hacer. No digo más.

Después de un lapso de tiempo entre mis dos primeros cinefórums (Interstellar y Los Hijos de los Hombres), el pasado día 2 de febrero retomé la acción con Into the Wild (Hacia Rutas Salvajes). Una película icónica ya de la generación millenial.


Quizá no pase a la historia del cine, pero es una película basada en hechos reales, y dirigida por un Sean Penn que no es que sea un director con mucha experiencia. Pero la película está muy bien narrada, y sobre todo con mucho cariño hacia los personajes y la historia que narran.

Tengo que decir que la proyección fue un éxito si nos ceñimos a las cifras. Cuarenta almas llenaron el club y aguantaron las dos horas y media que dura sin titubear. Además, descubrí que eran mayoría los que ya habían visto la película y venían a por una dosis más de “verdad”.


Porque este es uno de los conceptos que sobrevuelan la película. Ese escurridizo concepto se cita en palabras de Thoreau, es uno de los impulsos que guían a Alexander Supertramp, y es yo creo uno de los compromisos del film con respecto a la realidad en la que se basa: Ser fiel a la verdad de lo que sucedió.

La verdad que se busca, pero, no es la de un suceso, ni un misterio que resolver. Es la maldita VERDAD en mayúsculas, la absoluta, la que no existe, la trascendente. Esa por la que filósofos y artistas han perdido el norte…

Escogí esta película por este motivo. Porque, aunque puede que no sea espectacular, es una historia que nos habla de conceptos muy profundos. De preguntas existenciales, del significado de nuestras vidas… Lo hace sin pretensiones, pero sin esconderse. Como Alex.

Es por eso que el debate posterior a la peli estaba tan lleno como la proyección. Nadie con cierta inquietud puede irse a casa tan tranquilo después de verla. Y en la charla surgieron de forma natural conceptos como este de Verdad, de Vida, de Amor, de Muerte, de la relación del ser humano con la naturaleza, y del hombre con su propia sociedad… y de la Libertad (o no) de trazar nuestro propio camino.

No quiero hacer una crítica de la película, ni tampoco una transcripción del debate posterior, tan solo fijar las ideas, dejar constancia de las cosas que a mí más me interesaron de ese intercambio de ideas.


Y una de las que recuerdo fue que el público parecía dividirse, todos parecíamos dividirnos, entre la comprensión y admiración hacia el protagonista y su viaje rompedor y radical; y a la vez la crítica, la negación de una postura tan poco madura, irresponsable y egoísta. Una huida hacia adelante, una forma de escapar de una infancia traumática…

Yo, que comparto un poco este dilema, confieso que en el fondo de mí palpita la vena romántica, y emocional, que hace que me identifique con Alex o Chris o como se llame, y admire su valentía para liberarse de las cadenas que pueden atraparnos. Y no puedo evitar pensar que la parte del público, de nosotros, que juzga severamente a él y su viaje iniciático puede que no sea más que el reflejo de esta sociedad hostil, antinatural y cínica que precisamente critica la película. Un sistema de anti-cuerpos ante cualquier acto disidente, ante cualquier intento de fuga de esta prisión voluntaria que nos hemos construido. Una vez más ¿dónde está la verdad?

Otra cosa que me pareció interesante es que, pese a que los conceptos existenciales son la piedra filosofal de la película, una de las cosas que más me impactó es la narración emocional. Sobre todo a través de los otros personajes, tanto la familia de Chris como las personas que va encontrando en su camino, todas ellas sienten un fuerte apego por él, y todas llevan consigo una gran pérdida. Esto es otro de las ideas que me llevo de este film. La Pérdida.  Puesto que en casi toda la película es la voz en off de la hermana de Chris la que nos narra sus pensamientos, anunciando ya una tragedia. Y todos los personajes tienen que enfrentarse a los fantasmas de su pasado al verlos reflejados en Chris. Pero él sigue adelante, tiene claro su camino y avanza imparable por el desierto (a veces incluso con un tono mesiánico, como un Jesús predicando en la montaña, o un Zaratrusta loco mirando al sol). La Verdad es más importante incluso que el Amor. Y aunque él puede que se dé cuenta finalmente que la vida sin amor no merece ser vivida, la huella de dolor, duda y quizá culpa que deja en sus allegados es inmensa. No pude evitar compararlo a las historias de familiares que han sufrido un suicidio cercano. Y si ahondo más adentro, y soy más honesto con vosotros, el viaje de Chris es a la vez simétrico y opuesto al de la depresión. Una fuerza imparable de vida, o de muerte, que te lleva a ahondar más y más en el significado de nuestras vidas. Que se lleva por delante todo, incluso a nuestros seres queridos, y que te puede llevar a la iluminación o a la completa oscuridad del ser.

En esa búsqueda de la verdad hay que ser cautos. Porque no podemos estar seguros de hallar la verdad o comprobar su existencia. En cambio, podemos estar seguros del amor, y quizá es el amor lo más verdadero que existe.




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