NUESTROS AMIGOS LOS BANCOS
St.Paul desde una ventana del MoMA (Londres) |
El otro día fui al Banco Central a cambiar doscientas libras esterlinas que me había regalado mi padrino. Había ido a mi banco habitual, pero me dijeron que al ser antiguas no podían hacerlo ellos, pero que si iba al Banco Central de España no habría ningún problema. Esto me lo dijo un tipo de esos que están en el mostrador...
Ya desde lejos pude ver que el Banco Central tiene un cartel que dice “NO
EXCHANGE”. Me ha parecido curioso que el Banco Central de España
solo tuviera el cartel en inglés... ¿será que en realidad es la
sucursal de una multinacional? Eso inspiraría confianza desde luego,
mejor que el tema del dinero lo lleven los yankees o los alemanes tú,
que nosotros para esto somos fatal...
Volviendo al tema, en el Banco Central
no cambian divisas parece. Tampoco me he podido enterar de qué es lo
que sí que hacen la verdad, porque no es que no haya podido entrar,
no, es que no he podido ni vislumbrar el interior del edificio a
través del cristal. Tenian allí montado en la puerta un torno que
más bien podiamos calificar de barricada por si se sucedia un
apocalipsis zombie en cualquier momento. No parecía que por allí
entrara gente nunca. Al menos no la gente sin traje, corbata y
maletín.
Me ha dado el alto sin dármelo (pues a
menos que yo tuviera listo un dispositivo en plan equipo SWAT era
como imposible atravesar la barrera), un tipo al que llamaremos
Manolo, que era como un portero de finca regia de los de antes, solo
le faltaba la bata azul. Manolo no llevaba ningun tipo de
identificación, ni parecia de ninguna empresa de seguridad, y creo
que tampoco era director del lugar, pero Manolo, detrás de su
torno/barricada, era el puto sheriff. ¡Que calma, que seguridad!
Parecía que ese trabajo había sido creado para él. ¡Con qué
elegancia ha devuelto mi pelota y la ha lanzado al otro lado de
Plaza Catalunya, a una oficina de cambio montada por esa pequeña
empresa antes conocida como “la Caixa” y que ahora se llamaba
“CAIXABANK”, que mola más.
Y para allí que me he ido. Palomas y
más palomas, guiris y más guiris... Hasta que llego a la cola del
cambio. Unas doce personas delante, pero la cola avanzaba
leeeeeeeeeentamente... y delante y detrás mío tenía un chico y una
chica jóvenes con mucha más prisa que yo: ansiosos, inquietos,
moviéndose constantemente, resoplando, mirando el móvil... Yo
permanecía allí, en un estado casi zen, otorgado por el saber que mi
nirvana estaba tan cerca. A punto de recibir el cuerpo y la sangre de
Cristo en forma de papeles de colorines. Cinco personas, cuatro...
Entraba ya en una alucinación en la que atravesaba todos los
puentes, arcos y ventanas que salen en los billetes de euro
corriendo, rodeado de una luz y una dicha plenas...
Llega mi turno, me acerco a la
ventanilla. Frente a mi, el paradigma del contable: gafas de culo de
botella, calvicie, dientes sucios, camisa amarilla de manga corta
sudada que deja traslucir una camiseta imperio debajo.
-Hola, vengo a cambiar esto.
-¿Tiene cuenta de la Caixa?-Mierda.
-No. ¿Por que? ¿Es muy grande la
comisión?
-Es... un POCO más caro.-Maldito
cabrón. Dime cuánto exactamente. ¡Con decimales!
-Pues no, no tengo cuenta...
-Ok.
En este momento me callo, porque parece
que el contable está haciendo la gestión sin decirme nada de que
las libras son antiguas, ni que el curso legal bla bla bla... "Calla.
Pon cara de buen chico, coge el dinero y corre. No ofendas a Nuestro
Señor Todopoderoso ni a uno de sus enviados en la Tierra". El tipo
está a punto...
-Son doscientos euros.
-Perfecto...-"¡Deja de mirar el
ordenador maldita sea!"
El simpático contable de dientes a
juego con su camisa se levanta, coge los euros que me va a dar, se
sienta, mira de nuevo el ordenador (¡ni que hubiera porno!
¡Vicioso!). Se detiene.
-No puedo cambiárselo porque... no
tiene actualizados sus datos con la Caixa.
-Pero es que yo no tengo cuenta en la
Caixa.
-Ya, pero parece que un día si la
tuvo.
-¿Cuándo? ¿Dónde?
-No lo sé, eso no me lo dice el
ordenador. Debería usted ir a la oficina en la que tuvo la
cuenta...-"¡¿Cuál maldita sea?! Ah... empieza el juego".- y
actualizar tus datos. Te preguntaran dónde vives, etc...
-Pero... pero... esto es un poco raro
¿no?
-Si, sé que es una bestialidad pero
claro yo...-"Ya, ya. Claro tú. No te preocupes. Tú no tienes la
culpa. La Caixa tampoco. Nunca nadie. Por nada. La vivienda siempre
sube".
-Ok. Una pregunta... ¿si yo no
hubiera tenido NUNCA una cuenta en la Caixa, que yo no recuerdo haber
tenido nunca por cierto, me hubiera ido yo con mi dinero tan
felizmente?
-Eh... sí.-sonrisa forzada.
-Ok, gracias.-"¿por que digo gracias?"
Suerte que después de la crisis los
bancos están mucho más vigilados ¿verdad? Uno se queda más
tranquilo. Además llega Navidad.
Mi más sentido pésame. Has entrado en la muerte burocrática.
ResponderEliminarUn día te contaré que hay algo casi peor que la Caixa: un consulado italiano lleno de argentinos que no hablan italiano, con funcionarios italianos que pasan de darte un maldito pasaporte porque en Italia parece que les importa un pimiento que tú quieras salir del país.... y que piensan que eso te pasa por argentino que quiere ir de italiano... en fin...
Jajajajaja seon esos momentos burocráticos que despiertan al anarquista que llevamos dentro... Aun así, seguimos reclamando más y más fronteras, y poniendo más vallas y muros Sofi, muy triste... Suerte que el mar no tiene de eso ¿verdad?
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